Desde hace varios meses, diría más de un año, desde esta columna venimos levantando alertas sobre los efectos que la materialización de un fenómeno de El Niño tendría sobre el sector eléctrico, los usuarios y sobre la economía en general (dilatando las expectativas de relajación de la inflación). Las afectaciones en todos los frentes ya se empiezan a materializar, sorprendiendo a algunos y preocupando a otros. A la fecha, pese a las advertencias nuestras y de muchos, las cosas pasaron de castaño a oscuro.
Poco se ha hecho de fondo con miras a prepararnos para afrontar lo más crítico del fenómeno (de acá a abril de 2024), y, a pesar de las voces tranquilizadoras del gobierno, el regulador, el administrador del mercado y los agentes del mismo, desde Óptima Consultores, de acuerdo con nuestras estimaciones y ejercicios estadísticos, esta solvencia energética no está garantizada. De tratarse de un fenómeno de El Niño fuerte, como parece ser el caso, y prolongado como también aparenta, un racionamiento eléctrico para los meses de marzo en adelante no puede descartarse. Aun sea este en pocas horas del día y en algunas regiones del país más que en otras. Además, es importante recordar que los fenómenos de El Niño siempre vienen acompañados de eventos improbables que agudizan la estrechez. Caso 2016 por la iliquidez del mercado de contratos de gas, Guatapé, etc etc. Seguro este no será la excepción y cualquier sorpresa nos deja aun más mal parados.
La situación además no es solo preocupante desde el punto de vista de la solvencia energética. Lo es tanto o más desde el punto de vista de la solvencia financiera del sistema. Los nada sorprendentes incrementos del precio de bolsa de energía tienen una afectación directa en los requerimientos de capital de trabajo de agentes comercializadores (los que nos pasan la factura), que se suman a saldos acumulados de subsidios y la llamada opción tarifaria (la forma que se encontró en su momento para viabilizar la venta de Electricaribe, que además se amplió para aliviar la carga de las familias durante la pandemia). El problema de caja de los comercializadores, actuaron como bancos, financiando subsidios y el alivio de la pandemia, se ha buscado solucionar, sin ningún éxito, trasladando esa carga de financiación en los demás actores de la cadena, esto es generadores y transmisores, generando un riesgo sistémico que quiérase o no terminará por reventar, salvo que soluciones de fondo se implementen. Esto al final significará sincerar la discusión y encontrar fuentes realistas y suficientes de fondeo de los billones que se acumulan y se seguirán acumulando.
En esta columna también hemos sido históricamente muy críticos respecto del comportamiento de los agentes del sector, especialmente los generadores hidráulicos y empresas integradas verticalmente, en lo que hace referencia la administración del embalse agregado (el inventario de agua), especialmente en escenarios de escasez hídrica. Pues las cosas hay que decirlas. A diferencia de los últimos tres fenómenos de El Niño (2009-2015-2020), en esta ocasión, si no nos apagamos habría que agradecer por una parte a San Pedro y por otra a un responsable y adecuado manejo del embalse agregado en las etapas iniciales del fenómeno. El Superintendente de Servicios Públicos, en una columna muy particular que publicó recientemente, llama la atención de que el precio de bolsa de energía sea tan alto, al tiempo que los embalses están llenos. Pues precisamente esto es lo que hoy debemos celebrar, que desde ya los generadores hidráulicos eleven su oferta en el despacho diario, abriendo el espacio para que los generadores térmicos incrementen su generación. Suena a tecnicismo, pero el incentivo del generador hidráulico no es subir el precio de bolsa en condiciones de escasez, es mantenerlo bajo para honrar su venta de contratos de largo plazo con generación propia y utilizar bajo esta lógica hasta la última gota disponible del embalse. Debe hacer un balance entre sus ingresos extraordinarios por ventas de excedentes de generación (energía no vendida en contratos) y el costo que asume cuando genera menos de lo que vende en contratos (comprando el faltante a precio de bola de energía). Otra cosa es, y en eso tendría razón el superintendente, que los precios subieran y esos incrementos no vinieran acompañados de menos generación hidráulica y más térmica. Ahí si nos estarían haciendo conejo, como nos lo han hecho en otras ocasiones.
Tremendo panorama desalentador, y lo que es peor, como nunca antes entramos en lo fino de la sequía con una institucionalidad descuartizada. Al final, no se hizo necesario intervenir la CREG para acabarla. La cabeza del sector pasó de estar en manos del fundamentalismo ambiental y social, a ser liderado por el extremismo sordo e incendiario. O al menos, el mensaje incendiario en unos escenarios convenientes en contra de la inversión privada, y uno más conciliador y hasta pro mercado en entrevistas y declaraciones más aterrizadas, algo que uno compartiría de ser cierto, del estilo “hay que reducir las distorsiones del mercado y promover la competencia”. Fui de los que pidió un compás de espera para el nuevo ministro. La verdad, con sus recientes declaraciones y las arengas ante el entusiasmado público en contra de la inversión privada, la preocupación solo se incrementa. Un ministro que parece no necesitar de un viceministro de energía, que desde la salida de Belizza Ruiz no se ha designado, ¡más de ocho meses y en pleno NIÑO!!! Rematando con una CREG, toda en encargo y con ningún poder o voluntad de decisión, más allá de hacerle el juego a la intención del gobierno nacional de darle juego a Ecopetrol como nuevo agente generador en el sistema. Ni hablar de las demás implicaciones para el sistema, el mercado eléctrico y los usuarios finales de la entrada en vigencia de las perlas del Decreto de emergencia económica en La Guajira. Esto último da para una columna entera. Por lo pronto, seguir aferrados al buen criterio y sabiduría de la Corte Constitucional (¡en vosotros confiamos!).
Es casi imposible de aceptar, pero en esta anarquía pareciera que la estrategia estuviera enfocada en un apagón que facilite la venta a la tribuna de una reforma que apalanque la intervención del sistema, la destrucción del mercado eléctrico y al final, la estatización de la prestación del servicio. A lo que parecemos sometidos, en palabras de la legendaria banda de punk nacional, La Pestilencia, ahora que el punk vuelve a estar de moda: “Podredumbre y corrupción, todo es causa en la nación, burocracia y ambición anarquía es la solución. Fango, Fango, Fango!!!”