Escribo esta columna en medio de la algarabía que suscitaron las declaraciones del Presidente de la República, insistiendo nuevamente en su intensión de “retomar” las funciones de regulación de los servicios públicos, delegadas hoy en las Comisiones de Regulación de Energía y Gas y otras. Haré referencia estrictamente a la problemática de esta aproximación en el sector energético.

Dada la ligereza de los anuncios, a través de discursos y redes sociales, me propongo compartir un análisis alejado de ideologías, sobre aspectos en los que he venido insistiendo hace ya varios años.

Miopía eléctrica: he acuñado esta frase hace tiempo para advertir cómo el mismo sector energético, en una torpeza infinita, viene hace años pegándose un tiro en el pie, desencadenando un incremento tarifario en mucho injustificable que va mucho más allá del comportamiento del precio de bolsa de energía. La estrategia de aplazar los ajustes a los cargos tarifarios y las reformas del mercado para mantener condiciones favorables, ya insostenibles, le está pasando factura al sector. La volatilidad del precio spot ha sido utilizado como caballito de batalla por el nuevo gobierno para justificar una intervención, investigaciones y sanciones. Y cierto es que hay comportamientos estratégicos en la bolsa de energía, pero es fundamental entender que la volatilidad diaria del precio de bolsa poco afecta la tarifa de energía que pagamos los usuarios. Claro es que hay problemas ahí, pero las razones de fondo de los incrementos tarifarios no obedecen a esa problemática.

El diagnóstico de reformas necesarias al sector viene en construcción hace muchos años. Estudios, misiones y documentos de sobra. En el mundo de la transición energética se requieren cambios estructurales que empiezan por el fortalecimiento institucional de los organismos de supervisión y control, regulación y planeación. Y fortalecerlos dista mucho de intervenirlos, atacarlos, explotarlos por dentro. Fortalecerlos requiere presupuesto, estrategia, solvencia técnica.

Mucho de lo que hoy adolecen y para lo que flaco favor hacen los recientes anuncios de intervención o apropiación de funciones. Las reformas hay que implementarlas, rápidamente, sin más estudios y hojas de ruta.

Para tener mejores tarifas se necesita suficiencia. Todo bien escaso es costoso. La tarifa de energía pura viene hace años incrementándose porque seguimos soportados en el mismo parque generador hidrotérmico en manos de muy pocos. Esa dependencia nos hace especialmente vulnerables al cambio climático, que trae volatilidad en los precios, por la misma variabilidad del recurso, y costos de combustibles que en la coyuntura actual, no paran de crecer. Esa misma condición, genera los incentivos para comportamientos indeseables. Y la demanda de energía se sigue incrementando, sin que las nuevas plantas de generación, llamadas a proveer a esa nueva demanda entren en operación a tiempo. Seguimos esperando un Hidroituango al 100% pero además la entrada en operación de los tan anunciados proyectos renovables, que están retrasados y embolatados por situaciones asociadas a la permisología. Más de 3.000MW que deberían haber entrado en operación entre 2021y 2022, que seguramente no estarán operativos para la próxima sequía. La promoción de la competencia es el verdadero pilar de la transición energética. Competencia que viene de nuevos agentes, grandes medianos y pequeños, incluidos los usuarios finales, que dada la evolución tecnológica están hoy en capacidad de entregar energía al sistema y de generar para sí mismos. Más oferta, mejores tarifas requieren de nuevos proyectos operativos. Ahí debería estar el foco. La apuesta Estatal.

Las Leyes 142 y 143 fueron la base estructural de una reforma al sector que fue necesaria post crisis del año 92. Su implementación y reglamentación fue exitosa, Sin embargo, con nuevos paradigmas, necesitan de revisión y actualización. Fueron diseñadas y han venido siendo ajustadas con realidades de mercado, operación, actividades y actores del pasado. En el mundo de la transición energética, el usuario pasa de ser un tomador de precio a un actor más, un agente activo en la cadena, con poder de decisión porque estará informado, podrá producir su energía, podrá venderla al sistema. Requiere para esto condiciones que le permitan participar sin barreras de entrada, sin el tradicional ejercicio de poder de mercado de los dueños de la red y la energía.

Sin inversión privada, esa revolución energética es imposible. Debe cuidarse al inversionista. El que está en capacidad de financiar proyectos grandes, medianos y pequeños. La apuesta del gobierno de centrar la inversión en una nueva Ecopetrol, mega estatal cuasi monopólica nos retrocede 30 años. Sueña el gobierno actual con una Ecopetrol en cabeza de todas las actividades de prestación de servicio. Generación, transmisión, operación del mercado, y por ahí derecho la distribución. ¿De dónde saldrán los recursos? Más aun… ¿como se va a financiar abandonado la exploración y explotación de hidrocarburos? Volveríamos a los viejos vicios que nos llevaron al apagón del 1992.

Las reformas nacen del consenso. De una discusión y análisis aterrizado. Lanzar iniciativas por redes sociales, sin contexto, solo genera incertidumbre. Podrán ser aplaudidas por la tribuna, pero en el mediano plazo, por lo pandas e improvisadas, son iniciativas que el mismo usuario pagará, o en tarifas, o en calidad aún más deficiente o peor aún, pero nada descartable, porque nos apaguemos. El gobierno nacional debería entender que estamos ad portas de un apagón. No se trata de amenazas del sector empresarial. Nos vamos a apagar, insisto, porque hay un déficit energético. Nada más dañino para su gestión, gobernabilidad y sostenibilidad. Será fácil tratar de eludir responsabilidades atacando al inversionista, a agentes públicos y privados, al mercado. Pero será imposible pasar de agache a la responsabilidad política. El apagón llegará por allá en 2024, justo cuando empiece a molerse la campaña de 2026. El tiempo para reaccionar es corto, y entre debates egocéntricos y adolescentes al interior de la cartera rectora de la política energética, y anuncios veintejulieros, llegará el racionamiento y nos quedaremos todos viendo un chispero. Si esa es la estrategia……!apague y vámonos!

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